Salió a buscar el anillo por todo el reino y sus confines, pero no encontró nada. Cuando había pasado seis meses y se vencía el plazo para entregar el anillo, un niño lo encontró muy triste y le preguntó qué le pasaba. El guardia le explicó su problema y el niño le entregó un anillo que tenía una inscripción. El guardia la leyó y pasó , de estar deprimido, a estar muy feliz.
Al día siguiente fue al palacio para entregar el anillo. El rey pensaba explicarle cuáles eran sus verdaderas intenciones al haberle dado ese encargo. El monarca estaba feliz, sentado en una sala con su séquito y admirando sus posesiones, cuando el guardia se le acercó y le entregó el anillo.
El rey leyó la inscripción, miró a su alrededor, y se puso muy triste. ¿Qué decía el anillo?
"Esto también pasará".
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